¿Qué tiene el mar,
misterioso azul?
Atrapa solo con un susurro
sódico
Abruma con su impasible
vastedad
Y enamora la espuma de sus
olas.
Tenía miedo de sus aguas
cristalinas
De sus destellos
brillantes contra la roca
Sus ojos atrapados entre
dos mundos
El frío norte, y el ancho
mar.
Los años pasaron y visitó
lagos helados
Sus pezuñas hollaron la
nieve brillantes
Retozó juguetón entre
esmeraldas briznas
Pero su corazón lobuno
sin querer, seguía al mar.
Encontró manada, se
enamoró locamente
Se retorcieron como
cuerdas encantadas
Visitaron lugares lejanos,
calurosos
Pero no se olvidaba del
mar.
Quería sentir en su
pelaje la arena mojada
Los diminutos besos de sal
en su hocico
Y correr libre entre los
vaivenes
Aullando de alegría al
descubrir sus corales.
Pero la manada lejos se
encontraba
En un lejano norte él se
hallaba
Un norte con sol pero sin
mar
Sin lunas reflejadas sobre
el ancho azul.
Un día un espíritu
oscuro se le acercó
“Los humanos adoraban a
su mar,
Y ella les correspondía
con gratitud
Permitiendo que
recorriesen por su ser”.
Se volvió una criatura
irracional, agresiva
De colmillos oscuros,
bañados en sangre
El odio al humano, los
celos infames
La traición acechaba en
el aire, en el olor.
Se olvidó del mar, de sus
conchas
De las crestas encrespadas
de sus olas
De la arena magnífica de
sus playas
De las piruetas de los
delfines que saltaban.
La flor del cerezo flotaba
sobre el aire
Y un día se miró a si
mismo en un arroyo
Los dientes desgastados,
la mirada tensa
la mueca de furia
constante, la voz gastada de ladrar.
Esa noche aulló como
nunca al cielo
Selene, Celeste, Luna
llena de sangre
Mas no halló respuesta
alguna, aunque la conocía
Dejando de atrás su
tierra, salió hacia aquél lugar.
Llovía cuando salió, a
mares en su alma
Lavando toda la suciedad
creada por su insidia
Cruzó impertérrito
glaciares en llamas y desiertos
Con el hocico alto y la
cola erguida.
Era mediodía y hacía un
sol de justicia cuando llegó
La playa le esperaba,
susurrando palabras amantes.
Se detuvo, miedoso, en sus
orillas inconstantes
Y tomó una decisión,
simple, un paso adelante.
Y todavía hoy algunas
viejas leyendas hablan
De los lobos de mar,
envueltos en albahaca
y cantan en el antiguo
norte habaneras alegres
de aquél lobo que por
siempre encontró a su amada.