domingo, 25 de enero de 2015

Esmeraldas entre golpes de viento.

Un gesto despreocupado,
una delicada línea fruncida
unos párpados seguros y fríos
de alguien con todo por delante. 

Soñadores pozos esmeraldas
han visto pocos amaneceres
esperando con calma impetuosa
una serptenteante línea, ventosa.


miércoles, 21 de enero de 2015

Mensaje en una botella.

Otra vez el vacío de una noche eterna. Otra vez el hastío de encontrarse fuera de lugar. Y tiene que estar de pie, apoyado, mientras suena la misma música que en el resto de bares. Solo porque es el bar de moda. Hasta la cerveza es insulsa, sin sabor. Se da cuenta del reflejo ultravioleta de la quinina en una copa rebosante. Y el cortejo animal, en el que personas con mucho que ofrecer (o eso creen) explican sus servicios abriendo sus penachos coloreados cual pavo real. Rodeado de clones creados por una sociedad demasiado gris, demasiado implicada en escapar. Hacia ninguna parte.
Al fondo, o no tan al fondo después de todo, están sus amigos. De vez en cuando se acercan con expresión alegre, prestada por los tragos. Les observa desde su limbo con expresión ausente, sombría y acentuada por la luz ultravioleta, mal llamada "negra". Ocurrirá lo de siempre, algunos irán desapareciendo, bien al confortable hogar, donde seguir viviendo su vida, bien a un lecho posiblemente ajeno para huir durante un momento de sus tormentas.
Y siente su barco. Cómo naufraga. Son muchas noches perdido en una espesura amarga y salada, días enteros sin la mera visión de un ser humano. Encuentra a veces algo de calor en un puerto franco, pero las provisiones, y el calor, no duran eternamente. Aunque debe de tener algo de paloma. Cuando no encuentra el rumbo, tira hacia donde siempre ha ido. A un puerto sin destino, a un destino en ninguna parte, a un paraje de muros ya derruidos, de intensos calores y de fríos espantosos que helarían el alma a más de uno.
Se volvió un amante de contaminados aires ausentes. De noches que pasaban subrepticios entre susurros. Se volvió confidente de infinitos, cada vez más grandes. Se sintió engañado, pues pensaba que esa tierra no sería la que desde una parte de sí mismo se le prometía. Pero siempre, perdido el rumbo, hacia ese lugar, se dirigía.
La paloma siempre llega a destino. Se inventó un mensaje en la botella, ya extinta de contenido, se despidió de sus amigos, y decidió darse una vuelta en la que por desgracia, no era tan gélida noche.