Fogatas de esperanzas
rotas
se marchitan en los
reflejos
de la gélida superficie
de un lago.
Demasiado lejos para
consumir
demasiado cerca para
prender
los últimos restos de un
viejo bosque.
El espacio vital se
contrae,
se expande, te rodea, te
asfixia
en una prudente
envolvente.
Demasiado cerca para los
enemigos
demasiado lejos para los
amantes
asaltos incesantes contra
mis fronteras.
Sin aliados, comprados por
un adversario
que no reconoce una lucha
rebelde
pero ajusta la soga cada
vez más.
El aire es robado por una
presión ausente
por el sinsentido
contradictorio en un sentido
un cerco innecesario bajo
una mirada alquilada.