Es un rectángulo más o menos viejo,
que se hizo más pequeño al inicio y más grande después. Antes
cabías en una maleta, y pesabas un horror, ahora no cabes en un
bolsillo, y sigues pesando un horror.
Antes eras un bien necesario,como el
reloj, como las llaves del coche. Incluso en algunas películas
infantiles acababas volando por los aires. Otras veces, fuiste muy
importante, estuvieses fuera o dentro de la velocidad de los tiempos.
Ahora te has vuelto excluyente, pues
palabras sin voz fluyen entre dedos aporreando pantallas de plástico
rajado (generalmente), vigilando constantemente esa esquinita
superior, donde la barra pasa de ser verde o azul a ser roja. Siempre
roja, y además en el momento que menos te lo esperas. Ahora ya se
supone afirmativa la respuesta a la pregunta “¿tienes?” Claro
que tengo, y ¿sabes qué? Mi batería le gana a la tuya.
Y también es molesto, pues muchos días
pasas aburrido mientras echas de menos los “tirirís” de cosas
que realmente no tienen importancia. Y cuando llega algo importante,
el “tirirí” siempre objetivo no hace distinción. Intentes
dormir, intentes despertarte, intentes lo que intentes.
Tirirí, tirirí, siempre molestando. Y
lo que al inicio fue un útil, algo necesario que mandó al olvido
esas ruedetas (sí, ruedetas) que giraban del uno al cero, ahora son
los grilletes que mandan y juzgan nuestra vida.
Tirirí.
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