viernes, 16 de junio de 2017

Promesas de Eternidad (y 3): El lobo que encontró el mar. (Historia en Verso)

¿Qué tiene el mar, misterioso azul?
Atrapa solo con un susurro sódico
Abruma con su impasible vastedad
Y enamora la espuma de sus olas.

Tenía miedo de sus aguas cristalinas
De sus destellos brillantes contra la roca
Sus ojos atrapados entre dos mundos
El frío norte, y el ancho mar.

Los años pasaron y visitó lagos helados
Sus pezuñas hollaron la nieve brillantes
Retozó juguetón entre esmeraldas briznas
Pero su corazón lobuno sin querer, seguía al mar.

Encontró manada, se enamoró locamente
Se retorcieron como cuerdas encantadas
Visitaron lugares lejanos, calurosos
Pero no se olvidaba del mar.

Quería sentir en su pelaje la arena mojada
Los diminutos besos de sal en su hocico
Y correr libre entre los vaivenes
Aullando de alegría al descubrir sus corales.

Pero la manada lejos se encontraba
En un lejano norte él se hallaba
Un norte con sol pero sin mar
Sin lunas reflejadas sobre el ancho azul.

Un día un espíritu oscuro se le acercó
“Los humanos adoraban a su mar,
Y ella les correspondía con gratitud
Permitiendo que recorriesen por su ser”.

Se volvió una criatura irracional, agresiva
De colmillos oscuros, bañados en sangre
El odio al humano, los celos infames
La traición acechaba en el aire, en el olor.

Se olvidó del mar, de sus conchas
De las crestas encrespadas de sus olas
De la arena magnífica de sus playas
De las piruetas de los delfines que saltaban.

La flor del cerezo flotaba sobre el aire
Y un día se miró a si mismo en un arroyo
Los dientes desgastados, la mirada tensa
la mueca de furia constante, la voz gastada de ladrar.

Esa noche aulló como nunca al cielo
Selene, Celeste, Luna llena de sangre
Mas no halló respuesta alguna, aunque la conocía
Dejando de atrás su tierra, salió hacia aquél lugar.

Llovía cuando salió, a mares en su alma
Lavando toda la suciedad creada por su insidia
Cruzó impertérrito glaciares en llamas y desiertos
Con el hocico alto y la cola erguida.

Era mediodía y hacía un sol de justicia cuando llegó
La playa le esperaba, susurrando palabras amantes.
Se detuvo, miedoso, en sus orillas inconstantes
Y tomó una decisión, simple, un paso adelante.

Y todavía hoy algunas viejas leyendas hablan
De los lobos de mar, envueltos en albahaca
y cantan en el antiguo norte habaneras alegres

de aquél lobo que por siempre encontró a su amada.