jueves, 20 de noviembre de 2014

Incendios en un Iceberg.

De repente, ahí estás.

No importa si es de día o de noche
no importa nuestro día a día

Y tus ojos se encuentran con los míos
proponiendo sin palabras:
derretir tu hielo... y el mío.

Siento tu piel pellizcada entre
mandíbulas que muerden sin marcar
tu cuello se arquea jadeante
en un gesto antinatural.

Siento afiladas cuchillas de hierro y piedra
provocando, atacando, estremeciéndome.
Pretendiendo desnudarme de mi misma piel
dando bandazos como borrachos
contra las paredes de una sala demasiado pequeña

Y el frío desaparece mientras tus labios
ascienden y descienden por mi cuerpo
arrítmicamente, en un staccato disonante
Bebiéndome, viviéndote, surge la supernova.
Y entonces ya ni pensar puedo,
mi conciencia, mi razón, se alejan aturdidos.

Y renazco disfrutando tu sonrisa
mientras el volcán enciende
las caricias que acaricias
disolviéndose en un torrente de besos,
en un tornado momificante de sábanas.

Y en pleno éxtasis aparece el estasis
el mundo orbitando alrededor de tus senos
el incendio in crescendo arremetiendo
ausente el aire entre piel y piel.

Y sentirme constructor de torres
sentirme construido con guantes,
cerrajero, explorador de valles

Y tu respiración de repente se entrecorta
Y el hielo estalla en fuegos artificiales...

Dejando una huella, y un recuerdo.


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