domingo, 19 de julio de 2015

Nadie es profeta en su tierra.

No puedo destilarte. Es como si el río se hubiese secado y sólo quedase un cauce seco y sordo, en el cual hasta los peces se han ido. ¿Dónde estoy? ¿Qué hago? Es la pregunta que me hago constantemente mientras siento que corro hacia adelante, sin rumbo ni sentido aparente. Y si existe ese rumbo, no le encuentro explicación alguna.

Y no paro de dar lecciones, de sonreír cuando está ese río seco, ese cauce polvoriento, pedregoso y sordo. Y todos dicen que ese río era precioso, que su cauce era profundo y ancho, pero nadie, nadie, es profeta en su tierra. 

Y de mientras tanto, el cauce sigue seco y sordo. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario