lunes, 10 de marzo de 2014

Es jueves.

Es jueves, y suena el despertador. Se levanta corriendo, como cada día, como siempre. Tiene clase y bueno, quiere hablar con su profesor, sobre el trabajo que no pudo hacer. Tuvo que atender a su madre, estuvo unos días en el hospital por un proceso ulceroso que acabó bien. 

Llama por teléfono a Pedro. Dice que quieren arreglar las cosas. Y todavía no sabe si tiene las cosas claras, que no está bien que se lie con tantas chicas. Pero es que tampoco hay nada claro. Y no es que ella no tenga opciones, pero es que Pedro es Pedro, y tiene sus cosas, como todos. La de que sea tan golfo es una de ellas. Le da un punto malote que a ella le encanta. No sé por qué, a todas las chicas les gustan los chicos con un puntito de maldad. Será su despreocupación, tal vez.

Se lo imagina como hace tres semanas, en aquélla noche. Apoyado en la puerta de su Seat León, a las cuatro de la mañana, fumando despreocupadamente en el aparcamiento de esa discoteca donde le dijo que había más chicas aparte de ella. Es ésa imagen la que le gusta, aunque no le gustase lo que dijo. Ni lo sola que se sintió. Irán a un chino, le encanta la comida china.

Son las seis y cuarto cuando la cafetera se pone a borbotear. Le gusta el café caliente, y ella es de las chicas que se duchan rápido. Va a clase, no a un pase de modelos, así que apenas se maquilla y retoca. La ropa reside sobre la silla, preparada desde ayer. Le gusta desayunar lento así que se lo prepara todo. Se siente guapa, se siente con fuerzas, para ir a clase para dar el máximo y para quedar con Pedro primero y con Inés después.

Inés, su eterna compañera, siempre confidente y mejor amiga. Sabe más cosas Inés que su diario, siempre presente en la mesilla de su habitación. Coge el bolso, las cosas y se dirige al comedor. El café está casi hirviendo. El fuego amargo acaba de despertarla. Clase, Pedro, Inés, cenar con papá. Sale corriendo, el tren sale a las 7.04 y se para en Chamartín para coger luego la línea de Metro. No hay nada más cómodo que moverse por Madrid en Metro. Aunque a veces huele fatal.

Llega a tiempo. El tren ha llegado puntual desde Guadalajara, coge el ticket, entra y logra sentarse en un hueco. Se pone música en el mp3 y cierra los ojos.

Es jueves once de marzo del 2004.

2 comentarios:

  1. Es una buena manera de recordar el 11M, una manera adecuada. Me gusta porque refleja, con el personaje de la protagonista pero también con el de Pedro e Inés, todas aquellas vidas que quedaron interrumpidas. Enhorabuena por el relato Jorge. Abrazos.

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  2. Vidas truncadas en un abrir y cerrar de ojos..Hoy todavía se me ponen los pelos de punta..Hoy todavía sigo helada con éste aterrador suceso. Gracias por compartir tu relato. Muakssss

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